SWING, RESISTENCIA y CONTRA-CULTURA

Swing frente al racismo

La música y los bailes jazz y swing, y particularmente el Lindy hop, son creaciones y expresiones culturales propias de los negros, descendientes de esclavos en Estados Unidos.

La esclavitud fue abolida oficialmente mediante una enmienda constitucional en 1865 tras una cruenta guerra civil, donde en parte se enfrentaron esclavistas y abolicionistas. Pero tras la abolición de la esclavitud, en muchos Estados (sobre todo del sur) se aprobaron una series de leyes profundamente racistas, conocidas como las Leyes de Jim Crow. Estas leyes dictaminaron una segregación racial estricta entre negros y blancos en las distintas esferas de la vida pública, en claro perjuicio para los negros.

Es en este contexto donde podemos entender y valorar ciertos aspectos de la historia del Lindy hop, el baile swing más importante y popular de todos los tiempos.

Desarrollado a partir de bailes afro-americanos previos como el Charleston y el Break Away, el Lindy Hop como tal nace y se desarrolla en Harlem, el barrio negro de Nueva York (“Shorty” George Snowden y Mattie Purnell crearon esta forma de baile mientras competían en una maratón de baile el año 1927).

El lugar más importante para la historia y el desarrollo de este baile fue el Savoy Ballroom, un inmenso salón de baile donde asistían los mejores Lindyhoppers y los mejores músicos de jazz de la época.

El Savoy se distinguía de otros salones por varios factores: por su gran tamaño y capacidad de albergar a más de 4.000 personas, por las populares Batallas de Big Bands que se celebraban regularmente, por el famoso Saturday Nite Lindy Hop Contest en el que se enfrentaban los mejores Lindyhoppers de la ciudad… pero una de las características más distintivas, recordadas y apreciadas del Savoy Ballroom es que se trataba de un salón baile “integrado”.

Según solían relatar Norma Miller, Frankie Manning y otras grandes figuras del Lindy hop, mientras se bailaba en el Savoy, el color de la piel no importaba. El Savoy Ballroom era un salón de baile al que podían asistir personas negras y blancas, y era un espacio en el que podían bailar juntos.

Algo similar pasó con la música de swing y jazz, en que músicos negros comienzan a tocar junto a músicos blancos.

En una sociedad profundamente racista y segregada, de un país con Estados en que a los negros no se les permitía asistir a las mismas escuelas en que asistían los blancos, ni sentarse en los mismos asientos de trenes y buses, ni comer en los mismo restoranes, ni hospedarse en los mismos hoteles, ni asistir a los mismos teatros, ni presentarse en los mismos escenarios… en ese contexto, la libertad de hacer música y bailar juntos se recuerda como algo importante, como un espacio y un símbolo de integración y fraternidad.

Swing frente al fascismo

La música y los bailes jazz creados por los negros en Estados Unidos comienzan a diseminarse y popularizarse en todo el mundo durante los años 20. Grupos conservadores y nacionalistas de diferentes partes de Europa reaccionan agresivamente a estas formas de arte.

En Alemania, los Nazis explícitamente condenaron esta  música “corrupta” y estas formas de baile “indecentes”. En 1930 el Ministro del Interior y de Educación Wilhelm Frick emitió un decreto llamado “Contra la Cultura Negra – Por Nuestra Herencia Germana”. En 1932 se prohibieron los conciertos por parte de músicos negros, y en 1935 se prohíbe explícitamente la emisión radial de jazz y la Negermusik en general. En 1938 se organiza una campaña contra la Entartete Musik (música degenerada), denunciado un complot judío de atacar la cultura germánica mediante la música de los negros. En este contexto emergió en diferentes partes de Alemania una contra-cultura juvenil articulada en torno a la música y el baile swing.

Las Swingjugend (Juventudes del Swing, término que utilizaron para mofarse de las Hitlerjugend o Juventudes Hitlerianas) eran grupos de adolescentes que desafiaron abiertamente al régimen Nazi, escuchando esta música prohibida por el régimen, y organizando bailes de manera clandestina.

Los Swing Kids, como también se conocen, también desarrollaron una imagen provocativa y considerada “anti-patriótica”. Las chicas utilizaban abundante maquillaje y se dejaban el pelo suelto, en contraste a la imagen de mujer pura y germana, favorecida por el régimen Nazi. Los chicos se dejaban el pelo largo, y utilizaban sombreros y accesorios asociados a la moda y vestimenta inglesa.

En términos generales, los Swing Kids no tenían un discurso político explícito, ni una conciencia política demasiado desarrollada. Sin embargo, debido a su irreverencia y rebeldía, y su postura anti-autoritaria, anti-militarista y anti-nacionalista, los Swing Kids fueron considerados como una auténtica amenaza por el régimen Nazi.

En una gran operación policial llevada a cabo el 18 de agosto de 1941 se detuvieron a más de 300 Swing Kids. A algunos les cortaron el pelo y los liberaron, poniéndolos bajo un régimen de vigilancia en sus escuelas. A otros los mandaron a campos de concentración por 2 o 3 años, para ser “re-educados”.

En contra de lo que buscaba el régimen, esta detención masiva despertó cierta conciencia política en el movimiento, y a partir de allí se dio mayor colaboración con otros grupos juveniles de resistencia, y muchos Swing Kids comenzaron a involucrarse en actividades de propaganda anti-fascista.

A medida que el fascismo se iba apoderando del continente europeo, en distintas partes surgieron contra-culturas juveniles de resistencia frente al fascismo, y articuladas en torno a la música y baile swing, similares a las Swingjugend, tal como el caso de los Schlurf en Austria, o de los Zazou en Francia durante el régimen de Vichy.

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